X Encuentro interdisciplinario en humanidades y ciencias sociales UNC 28/11/2019 Pabellón Venezuela
- Lara María Bertolini
- 30 nov 2019
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 17 ene 2020
¿Universidades Feministas? Las políticas universitarias de la (in) exclusión.
Desde el momento que el feminismo a incluido en parte de su discurso y acción de lucha política a las identidades disidentes y las identidades travestis y transgéneros han sucedido hechos concretos que interpelan el nuevo armado social, el nuevo concepto estructural de sociedad. Si bien este proceso de transición social y político tuvo sus resistencias a mi entender además del contenido del discurso biologicista por parte de ramas radicales feministas, también hubo otro resultado positivo: el empezar a interpelarse dentro del propio movimiento si solo la cuestión mujer en su estricto sentido puede ser la única propietaria de la lucha feminista como acción política.
Varias activistas y militantes transgéneros en la década del ´90 , ´00, ´10 acompañadas por el movimiento de lesbianas han hecho un fuerte cuestionamiento de los privilegios de los feminismos, sea cuestión de clase, educativo y económico, pudiendo así también entender porque, si otras identidades violentadas igual o con mayor virulencia éramos en nuestro caso sobrevivientes del patriarcado, el machismo, la cisnorma, que embelesa el conocimiento de un ideal de heterosexualidad impuesto dejando a las identidades disentidas al destino que fijen leyes consuetudinarias que son aplicadas sistemáticamente al colectivo o movimiento transgénero y travesti argentino. Era el momento de ser parte del movimiento feminista dada la violencia en ascenso que sufríamos en ambos movimientos.
Desde las experiencias arriba mencionadas se nos ha empezado a acompañar primero, luego a ser parte sufriendo a la vez fuertes resistencias, vale recordar ENM y 8M principalmente en este año, donde inclusive identidades transgénero partidizadas han unido la palabra peligro al concepto plurinacional del encuentro, han sostenido un biologicismo excluyente hacia identidades no binaries y masculinidades transgéneros abatidas en esos discurso hechos por feministas radicales, pero sin dejar de sorprendernos el mismo sentido discursivo de exclusión, peligrosidad, nacionalismo explicito reforzados por mujeres y feminidades transgéneros, expulsando además a les hermanes de la Matria Grande, siguiendo nada más ni nada menos el discurso de violencia impuesto por estos años de neoliberalismo, buscando poder emerger como figuras partidarias a pesar de sacrificar esas cuerpas que sabemos sacrificables sin importar el medio pero si el fin, ser cómplices de la derecha que arraiga ciertas cuestiones que creíamos saldadas pero las traen a colación para que de alguna manera se siga sosteniendo el capitalismo, la meritocracia, olvidando el principio colectivo que dio inicio a la acción multiidentitaria, plurinacional de los movimientos antes mencionados.
Y estos movimientos revolucionarios feministas también han sido parte de la revolución dentro de la educación, con la implementación de la ESI, la campaña por el aborto seguro, legal y gratuito, siendo acá un punto crítico pues no solo la mujer era quien podía decidir por su cuerpo propio, había que sumarles a los varones transgéneros, las identidades no binaries, a las personas con decisión de gestar.
Donde a medida que suceden las acciones de peticiones colectivas de las poblaciones en estado de vulnerabilidad surgen cuestiones que están excediendo a las creíamos hasta ahora las únicas luchas supremas.
Empezando entonces con esta introducción a dirigirnos al foco de la exposición de esta jornada, en el caso de la educación vemos como poco a poco las distintas interseccionalidades que violentan la estructura social dieron cuenta del desinterés de un estado que no quiere proceder hacia una equidad de derechos en esta sociedad.
Si vamos al ejemplo más contundente es el del Bachillerato Popular Maderera Córdoba con una experiencia vasta en la transformación de un lugar de solo producción industrial a retransformarse luego de la crisis del 2001 y en consecuencia sus trabajadores aunados con docentes del campo popular lucharon incansablemente para para poder transformarlo no solo en un lugar de producción industrial.
Se gestó entonces la producción industrial sumada a la educación, responsabilidad y de promoción de pensamiento político, rompiendo con la anacrónica construcción educativa que corresponde con el modelo neoliberal y capitalista con el fin de desapoderar políticamente a las niñeces, adolescencias y mayores de estas cuestiones, que son el germen de la interpelación a los aparatos políticos partidarios que negocian en nuestro nombre, adormeciéndonos en el letargo de la conformidad y de la falsa seguridad social.
Con una experiencia similar encontramos al Bachillerato Popular Trans Mocha Celis, primer bachillerato en el mundo para personas transgéneros, travestis, no binaries y hoy abrazando también a la multiplicidad identitaria y plurinacional, al igual que Maderera Córdoba ha implementado, además, la propalación por medio de películas, y acciones de incidencia a la sociedad de las problemáticas del colectivo travesti transgénero y no binarie.
Me permito tomar una frase contundente del libro Educación Popular desde los Bordes (sobre la experiencia del Bachillerato Popular Maderera Córdoba) que también corresponde para nuestra querida Mocha Celis: “…Los bachilleratos populares vienen a significar esta disrupción, de la mano de una pedagogía radical que apunta a darle a los/as sujetos/as marginados/as, oprimidos/as, excluidos/as de diferentes formas, el lugar de protagonismo que les ha sido negado desde siempre. Contraponen el discurso vacío liberal de la democracia que descansa en la idea de un futuro mejor, con un contenido más tolerante y menos homofóbico, transfóbico, menos perpetuador de la hegemonía masculina.” …” Una escuela habitada por docentes que se organizan de manera asamblearia y definen de manera horizontal sus estrategias de intervención pedagógica. Una escuela que parte del reconocimiento de los y las estudiantes como portadores y portadoras de saberes legítimos, que asume su politicidad al elegir situarse siempre del lado de las personas oprimidas, que aprehende y retoma las tradiciones de lucha e interpelación al Estado de las clases populares, que asume que es imposible ser si se impide que otros y otras sean. Una escuela que sabe cuál es el límite de la educación: no puede cambiar el mundo, pero sí transformar a las personas que van a cambiarlo.” …
¿Entonces cómo podemos pensar lo que nos convoca hoy como disparador de esta jornada?
En primer término debemos pensar si las universidades que tienen una gran raigambre de lucha feminista hoy realmente abrazan a esta forma de acción con la que proceden los bachilleratos populares, sabemos del fuerte activismo y conocimiento académico desde sus escritos, acciones, y teoría feminista, la cual está siempre en los modos de producción crítica en todas las ciencias respecto de la transformación social en curso, lo cual hace colapsar al biologicismo que ha sido sostenido como verdad suprema para la conformación social.
Si bien se abren centros y círculos de estudio sobre género, recién en estos dos últimos años ante la respuesta política de interpelación ejercida por las disidencias y disentidas sociales sobre la forma en que se define al género en las universidades, el cual está fuertemente arraigado a la vinculación al género a lo mujer, así como en un principio la hablábamos de lo no hombre, hoy hablamos del género y lo demás, el género y la diversidad, replicando en cierta manera el posicionamiento de la hegemonía del género desvaneciendo a las multiplicidades de género en primer lugar, procediendo con la misma acción por reverberancia sostenida en lo temporal del conocimiento a la multiplicidad identitaria. Según lo sostenido en una charla con Marisa Fournier Directora de la Diplomatura de Géneros de la Universidad de General Sarmiento respecto a este tema llegamos a la conclusión que “con la acción política del lenguaje y la escritura donde agregábamos una gran “S” a género realizábamos una disrupción política y educativa donde pudo entenderse la necesidad de la ampliación del campo de lucha colectiva y feminista en la construcción de teoría y pensamiento académico.”
Si bien con los derechos identitarios reconocidos en primera instancia con la ley de identidad de género, esta ha sido en primer plumazo grueso en defensa de la identidad, más para el colectivo travesti transgénero pues pudo producir una defensa endeble de lo legal ante la falta de normatividad que incluya las identidades en la sociedad, como dice la teórica Violeta Ríos Alegre: “no hemos descubierto ni el 10 % que generará a futuro y a lo largo de la historia la ley de identidad de género, pero tampoco ese efecto será eficaz si no logramos la inclusión afectiva y creamos una agenda emocional, que es justamente donde operan los medios, el estado, , las ciencias con sus mensajes de odio”.
Ante esta situación vemos como esa tradición académica de las cuerpas disentidas transgéneros y travestis que en un principio fuimos el eje de taxonomía investigativa, fue quebrada en parte por nuestra irrupción en las universidades, principalmente en las de las del bicentenario, donde ante la llegada de las cuerpas sacrificables, nuestra presencia ha desacomodado a donde nos posicionaban, de pasar a ser cosas de estudio, a ser sujetas de producción de conocimiento.
¿Y esto me trae nuevamente a repensar, hasta donde las identidades travestis y transgéneros pertenecemos al movimiento LGBTI? Si vemos como otras identidades sexuales, transgéneros, no binaries están en la universidad, sabemos de sus titulaciones, de sus diplomaturas de las cuales son directores, ¿porque no estamos? ¿Porque en específico no estamos las femineidades, feminidades o mujeres transgéneros y travestis en las universidades? Y no empecemos a buscar justificaciones desde un tokenismo identitario.
Hasta donde se le hizo soportable o entendible, la academia entiende que ciertas identidades son aceptables y poseen la capacidad de validar su producción de conocimiento.
Evidencia esto a que privilegios desvanecemos en esa construcción LGBTEISTA, desconociendo consciente o inconscientemente por qué no hay feminidades transgéneros y femineidades travestis, como la media de población universitaria.
Ante lo expuesto se abre el segundo término, como damos poder de validación de las vivencias de las identidades disentidas ante la falta de acceso a los derechos que el promedio de la población estudiantil universitaria posee, ¿sabemos realmente de las falencias de las identidades transgéneros?, ¿qué compromiso emocional adscribimos a este entendimiento, desde los feminismos, desde las cátedras universitarias? Somos expulsadas de diversos ambientes universitarios dado que somos la gran mayoría de las feminidades travestis y trangéneros carentes de titulación.
Al contrario, pueden hablar de nosotras, pueden escribir sus tesis, tesinas y doctorados siempre siendo nosotras sujetas de estudios. Cuantas veces he rechazado la colaboración si no nos mandan una copia de lo que hablamos, o nos mantienen en el anonimato, más que el desapoderamiento y la categoría negativa social que poseemos, cuantas han dejado su lugar en la zona roja donde nos paramos para ver si pagamos un techo o comemos, y después de nuestra participación, utilización o como le quieran llamar, no les importamos más, ustedes con su título, nosotras al olvido ¿nos quieren invisibilizar mas? De qué protección de identidad o privacidad me hablan cuando nos esconden en sus escritos, si saben dónde estamos, de que peligro nos quieren resguardar si las travestis y transgéneros no somos peligrosas, más si estamos en peligro.
Si bien alzo este reclamo para que podamos repensarnos, como seguimos sostenides desde mandatos académicos estratificados y no los interpelamos, o acaso ¿no tiene valor mi epistemología y fenomenología travesti para producir desde mi historicidad, material de teoría y podamos trabajar académicamente en equidad? Que título de validez es superador de mi propia supervivencia que pueda tirar al barro con sus teorías nuestra propia voz y existencia.
Debemos tomar también el compromiso académico desde lo emocional, dando otra vez la mano y ser parte de la construcción social de la realidad.
¿Cómo podemos ser creadoras del poder ser desde el deseo e interpelamos la construcción del deber ser social?
Como esos pilares binarios que sostienen toda la construcción social ha creado una opacidad de las identidades producto de cómo nos visibilizan, o nos desvanecen según el tiempo de necesidad o urgencia que les acomete.
Esa opacidad de las identidades que por la construcción de un velo identitario nos hace solidariamente responsables de mantenerlo y no correrlo, que procediendo al corrimiento del velo identitario en una primera instancia creamos el compromiso emocional social, siendo vital para proceder a aquello que están generando los bachilleratos populares los cuales deben ser mirados y acompañados desde las universidades para que la tensión entre la EX(In)clusión deje ser un juego de palabras para morigerar la realidad en la cual nos vemos atravesades de producir no solo la inclusión social desde lo identitario sino que seamos parte en la construcción de conocimiento pudiendo así encontrar a los feminismos en un feminismo con mayor consenso, sororidad y hermandad establecida desde las identidades travestis y transgéneros.
Lara Maria Bertolini
Femineidad travesti, estudiante de abogacía de la Undav (Universidad de Avellaneda) concepciones desde la teoría crítica travesti Argentina.
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